Desborde en la "Chaya de Mojones": flojo papel del municipio de Maimará

Miles de jujeños y turistas migraron el fin de semana a Maimará para celebrar, como todos los años la "Chaya de los Mojones". El evento, que anticipa la temporada de Carnaval 2022, se llevó a cabo sin respetar ninguna medida sanitaria vigente pese al aumento de casos en la provincia y el país.

OPINIÓN 03 de enero de 2022 Redacción El Expreso de Salta Redacción El Expreso de Salta
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La tradicional Chaya de los Mojones tiene lugar todos los 1° de enero en Maimará, Jujuy.El significado del evento, además de disfrutar de las comparsas, las agrupaciones y los amigos, es solicitar un prospero año nuevo y un buen carnaval.

Este año se llevó a cabo sin respetar ninguna medida de seguridad social. El Expreso, pudo llegó al lugar y pudo corroborar la presencia de miles de jóvenes sin barbijo, ni el distanciamiento social correspondiente y peor aún, ni siquiera se pidió el pase sanitario.

El día de hoy se conoció la noticia que en Salta, debido al aumento de los casos, el Desentierro del Carnaval, previsto para el 9 de enero en Rosario de Lerma quedó suspendido. Jujuy fue ejemplo de que el desborde y el control, en eventos tan masivos puede salirse de las manos y el Estado no es capaz de hacer respetar las medidas para evitar la propagación de la tercera ola

Le quedó grande el sombrero 

Días anteriores, las autoridades municipales habían indicado que habría control en el acceso sur y en el acceso norte, medida que pareció no importar demasiado ante la llegada masiva de turistas, dado que no se estableció ningún punto de control, ni en las rutas ni  mucho menos en el pueblo. La intendenta de Maimará, Susana Prieto, también había apelado a la "responsabilidad ciudadana", olvidando sus obligaciones como funcionaria, "pedimos a los visitantes que sean respetuosos de las medidas de prevención qus se han decidido", había dicho en conferencia de prensa.

Además del problema del contagio y los desbordes, el municipio tampoco pudo garantizar el acceso a condiciones sanitarias dignas, no había los suficientes baños químicos para contener la demanda de los miles de visitantes, algunos terminaban haciendo sus necesidades en la vía pública, tampoco se garantizaron ambulancias en caso de ser requeridas de urgencia. Los vendedores ambulantes de comida, a las claras no respetaban las medidas bromatologicas para cuidar la salud de la gente.

Esta experiencia muestra que los municipios donde se llevan a cabo eventos tan masivos, como Cafayate o Seclantás, qus son los próximos en recibir a miles de turistas por los festivales, deben redoblar esfuerzos para encontrar el equilibrio entre los controles rigurosos y las actividades para el disfrute social.

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