
Israel preparó durante años el ataque perpetrado, el viernes pasado, sobre Irán. Tanta magnitud tuvo, que se convirtió en la mayor ofensiva recibida por la nación persa desde la guerra con Irak en 1980. No fue una ofensiva cualquiera y como las demás veces. En esta ocasión, fue vital la estrategia del propio Mossad, el temible e implacable servicio secreto israelí, que construyó una base secreta en el propio Irán y se permitió atacar la defensa antimisiles desde el mismísimo territorio persa.