Durante una extensa jornada de alegatos, el jueves, en el Tribunal Oral Federal 1 de Salta, la fiscalía y la querella coincidieron en la calificación del homicidio de Darío Monges, por el cual están procesados Roberto Catalino Bejarano y sus hijos David y Santiago.
Tanto el fiscal Eduardo Villalba como el querellante Nicolás Escándar sostuvieron que los tres imputados son coautores del delito de homicidio agravado por alevosía y premeditación. Además, ambas partes dijeron ante el tribunal que el crimen fue motivado por una supuesta desavenencia en el negocio narco, aunque no pudieron explicar cuál fue el problema.
David Bejarano reconoció en el juicio que en la época de la pandemia hizo dos viajes a Orán por encargo de Monges, con permisos de circulación que él les consiguió, y que llevaron dólares escondidos en una cubierta. Esta actividad ilegal no habría continuado o no se pudo acreditar según las pesquisas. La policía tampoco encontró grandes cantidades de droga en poder de los imputados, sino unos frascos con marihuana que podrían ser para consumo personal o para la venta minorista.
Recordemos que Monges trabajó con Benjamín Cruz en la Secretaría de Seguridad de Salta y que el exfuncionario aún es sospechoso del crimen, aunque no fue imputado por ello. El cuerpo de su asesor apareció acribillado el 3 de septiembre de 2022, dentro de su vehículo, en la zona sudeste de la ciudad de Salta.
Además, Monges tenía contactos en el mundo delictivo y meses antes de ser ultimado había estado reunido con el jefe de los sicarios del norte Gabriel “Gringo” Palavecino, hoy preso con delincuentes de alto perfil en el penal de Ezeiza. Según se desprende de los videos guardados en el celular del Gringo, Monges le había prometido mejorar las condiciones de detención de otro sicario, Oscar “Cabezón” Díaz, que estaba preso en Orán y luego fue trasladado al penal de Villa Las Rosas.
"Darío Monges no se esperaba los disparos"
Durante un encendido discurso ante los jueces Liliana Snopek, Federico Díaz y Mario Juárez Almaraz, Villalba habló de las circunstancias en que la víctima fue asesinada por sus supuestos amigos: “Quedó acreditado el grado de indefensión, la sorpresa de Darío Monges, atado al cinturón de seguridad, en el momento que jamás imaginó que iba a suceder esa circunstancia”.
Al hacer la reconstrucción de los hechos y los últimos contactos de la víctima, Villalba enumeró una serie de personas que estuvieron con él y dijo que fueron descartando los sospechosos a partir de determinar dónde estuvo cada uno.
En ese punto recordó que cuando la policía fue a buscar a David Bejarano -sindicado como autor a partir de un llamado anónimo que recibió el servicio 911- él aseguró que el 1 de septiembre Monges tenía que viajar a Orán con Diego Aquino, considerado el nexo con Palavecino.
“A toda costa David decía: se fue a Orán con Diego Aquino. Aquino era el porro, si esto fuera un aula y alguien rompiera un vidrio, al primero que perseguiría la directora o la maestra sería a él, al porro, entonces era ideal el señalamiento. Pero la Policía rápidamente averigua que estaba en Orán”, aseguró.
“Entonces yo pregunto: qué paso el día del hecho, dónde estaba cada uno. (Jorge) “Coco” Chavez estaba en su gimnasio (…) Aquino estaba en Orán, luego se determinó que pasó a Bolivia por migraciones y que estaba en un lugar sin señal. Benjamín Cruz estaba en San Lorenzo. Guadalupe Cabezas (la esposa de Monges) era verdad que estaba enferma (…) Dónde estaban los Bejarano el 1 de septiembre a las 20 horas, estaban ideando la obra que luego consumaron y hoy nos tiene aquí”, agregó.
“Es necesario seguir investigando a Benjamín Cruz”
Sobre Benjamín Cruz, Villalba aseguró que hay que continuar indagando si tuvo que ver con el homicidio, pero también por delitos de narcotráfico en la época de la pandemia: “Es necesario seguir investigando el supuesto transporte de estupefacientes que se habría llevado a cabo con aquiescencia de quien era el secretario de Seguridad”, aseguró. "Viajes en pandemia para llevar droga, es peor que la fiesta de olivos", acotó el funcionario.
Los Bejarano tenían apagados los celulares
Después Villalba hizo hincapié en la actitud sospechosa de los tres Bejarano, que no mantuvieron comunicaciones, es decir llamadas o chats, en la franja horaria en que ocurrió el crimen, que fue entre las 21 horas del 1 de septiembre y las primeras horas del día siguiente. Además, recordó que los imputados no tenían agendado el contacto de Monges en sus dispositivos móviles, cuando Darío sí los tenía agendados a ellos.
También señaló que si David Bejarano suponía que Diego Aquino estuvo relacionado con el crimen debería haber ido a la justicia inmediatamente, ya que los Monges y los Bejarano eran familias amigas.
¿El móvil fue una deuda narco?
Terminada la jornada, el representante legal de los Monges, el Defensor Público de las Víctimas Nicolás Escandar, dialogó con este medio sobre el móvil del crimen, que sería el narcotráfico, aunque en el juicio quedó claro que los Bejarano se dedicaban al microtráfico:
“Yo creo que el crimen está relacionado con la actividad ilegal que llevaban a cabo tanto Darío como los Bejarano. No sé exactamente cuál fue el problema o el conflicto que desató el homicidio. Recordemos que el móvil no forma parte del delito, si bien es importante porque explica mejor y logra cerrar la teoría del caso. Pero muchas veces una persona mata a otra y no se sabe exactamente por qué (….) sabemos que las personas que se dedican al narcotráfico tienen problemas y los resuelven a los tiros”, argumentó.
El juicio continuará el próximo jueves 28 de noviembre a las 8.30 en Tribunales Federales, donde será el turno de los alegatos de la Defensa Pública de los Bejarano, encabezada por Clarisa Galán. La sentencia se dará a conocer la semana siguiente, según informaron desde el Tribunal.