El amor de una madre no conoce el cansancio, ni el hambre ni la desilusión. María Angélica simplemente se reinventa todos los días y conserva la esperanza de ver salir por la puerta grande de la Alcaidía a su hijo Sergio. Piensa que lo arrestaron injustamente por un crimen que nunca cometió y mucho menos participó. Con sus 67 años y una epilepsia a cuestas, va todos los días bien temprano a la Ciudad Judicial. Simplemente se sienta a esperar y mira cabizbaja a los jueces y fiscales desfilar. Ellos ya la conocen, saben que espera una noticia que nunca llega pero nadie dice ni hace nada.

Los guardias de seguridad ya se acostumbraron a su presencia, la señora que vende panchos hasta le presta una silla cuando la ve cansada y el sol no da tregua. A veces lleva un cartel y muy prolijamente lo cuelga en las rejas. Cerca del medio día llega su hija Verónica y juntas toman valor para dar vuelta la manzana con un megáfono. A veces se enteran que hay conferencia de prensa en la Procuración y no pierden la oportunidad de hacerse escuchar aunque sea desde lejos. Antes de partir para su casa del B° Juan Manuel de Rosas, le consultan a sus abogados si hay alguna novedad sobre la causa pero la respuesta es siempre la misma: "nada todavía, hay que seguir insistiendo".

"Me siento mal como toda mi familia. Pasó mucho tiempo desde que está detenido, es una vergüenza. Ya no creo mas en la justicia del hombre. Sergio es el mas chico de todos mis hijos pero el mas bueno y vulnerable. Es una persona que no se sabe defender solo. Vengo todos los días a pedir justicia, no lo dejaré porque es mi hijo. Todos saben que estoy enferma pero no me rendiré, hace mucho que nose lo que es dormir, por las noches me despierto y pienso en el. No vivo tranquila al ver tanta injusticia, su pecado fue andar vendiendo en la zona del crimen ", aseveró María Angélica.

Sergio Vargas está preso desde el 14 de junio de 2019, la fiscalía lo acusa de ser participe secundario del homicidio de Jimena Salas, es decir, los investigadores piensan que el hombre sirvió de "campana" o lo que comúnmente se conoce como marcador de casas, bajo promesa remuneratoria por parte de los verdaderos asesinos. Lo cierto es que Vargas estuvo en el lugar y momento equivocado. Los testigos afirman haberlo visto en la zona preguntando por una mujer con dos hijas mientras que el imputado cometió el error de negarse al principio pero después si confesó haber estado vendiendo sandalias en Vaqueros. Se trata del único detenido en la causa, algunos lo señalaron como perejil pero para la Justicia, oculta muchas cosas.