Cristina lo hizo de nuevo: llenó una Plaza de Mayo

CFK no dejó pasar ni 24 horas como rea domiciliaria para enrostrarle a sus oponentes su capacidad de movilización. La condena y su cumplimiento efectivo le redundaron en términos políticos al kirchnerismo, en general, para plantear la agenda opositora y a CFK, principalmente, para robustecerla como la líder que es y nunca dejó de serlo. Asimismo, el estado judicial de Cristina fue trascendido por la política. La ex presidenta necesitó menos de un día de prisión domiciliaria para poner en clave política los seis años de pena, confirmados por el máximo tribunal de Justicia.

Cristina demostró que es la única dirigenta que puede convocar multitudes en nombre del peronismo. Los gobernadores pejotistas, sean amigables o anti-k no tienen la capacidad de convocatoria para movilizar semejante cantidad de militancia y adherentes. Con Cristina, el peronismo volvió a la calle. Aunque sea por una jornada, aunque sea por un llamado para robustecerse de épica, el peronismo regresó a poblar el espacio público y eso mete, sino miedo, presión a los libertarios. La movilización fue masiva como para invisibilizar que el “monstruo” despertó. Por lo menos, para abrazar con solidaridad a la compañera caída en desgracia. La cuestión es que se anotaron y fueron de a cientos de miles al lugar y a la hora, en que La Jefa convocó.

La movilización fue sin el apoyo de la CGT, a esta altura del partido histórico, una sigla convertida en lo más pusilánime ante el poder concentrado. En este marco, le hizo un favor a CFK, que seguramente tomó nota de la foto que le regaló la jornada y empezará a pensar a abrir a su “ismo”, en términos de Kicillof, sería “otra melodía”.

Los miles de compañeros y compañeras pejotistas y kirchneristas (para serlo, no se necesitan ser justicialistas) marcan las coordenadas del nuevo tiempo, para nada achicados a la disputa para copar listas de concejales de cualquiera de las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires.

Cristina le habló a su feligresía a través de un mensaje grabado y remató la jornada con una llamada en vivo y en directo. Todo armado para otra tarde del ‘Cristinapalloza’, pero lo de esta tarde es una movilización trascendente y un activo político. Cristina habló de lo mal que la está pasando su gente y la gente de a pie y en auto, la que la ama y la odia. Arengó el “¡vamos a volver!”, pero anunció una vez más que el mileísmo tiene fecha de vencimiento. Claro está, responde a la elaboración de un discurso que apunta a agrupar a la oposición ante un régimen contrario a los intereses populares. Cristina lo describe y hasta ahora propone su liderazgo para conducir un regreso.

Cristina anunció que quiere volver y con esa pretensión le basta y le sobra para poner en tensión a la política. Solo tiene que atender las voces que le piden apertura y que deje jugar a la democratización de una fuerza política que necesita la mística para sobrevivir, pero también requiere del coraje suficiente para trascender el personalismo.