La CGT de cara a 2025: unidad, diálogo y la eterna apuesta a que el Gobierno no la deje en offside

La conducción de la CGT tiene varias cosas para destacar de este 2024 en el que se topó con la crudeza de Javier Milei. Fue un año en el que realizó dos paros generales, sufrió la baja de Pablo Moyano en el triunvirato conductor y logró frenar, rosca mediante, el proyecto de reforma sindical que elaboró el diputado nacional de la UCR Martín Tetaz.

Con el agregado de que ya tiene tres condiciones a tener en cuenta de cara al año próximo.

Paradójicamente, en la calle Azopardo el mango de la sartén quedó en manos de los menos combativos, sin embargo dicen que fueron claves las dos medidas de fuerza de carácter general que le hicieron a Javier Milei, la del 24 de enero en contra del Decreto 70/2023 y la que se opuso reforma laboral que estuvo plasmada en la Ley Bases.

“Le marcamos la cancha al Gobierno”, aseguran los máximos dirigentes de la central. Valoran el hecho de haber obligado a la gestión libertaria a sentarse a dialogar y de que, a partir de ahí las conversaciones se mantuvieron, más allá de que los resultados en favor de los trabajadores a simple vista hayan parecido muy pocos.

Un cuadro importante del sector dialoguista afirma que si la CGT no conversaba, la reforma laboral hubiese resultado mas salvaje y peor para la clase trabajadora.

Producto de esas conversaciones, plantean, apareció la chance de conformar una mesa de diálogo tripartito, con empresarios y miembros del oficialismo, que pueda monitorear los avances de la reforma laboral sancionada en la Ley Bases.

En este sector del sindicalismo menos confrontativo con Javier Milei y su gente, afirman que el Gobierno se dio cuenta de que el artículo de la Ley Bases que penaliza con despidos los bloqueos o toma de fábricas “está mal” y se debe armar una instancia administrativa, vía resolución o decreto, que impida que un trabajador sea despedido por ese motivo.

Esta instancia que analice caso por caso que sucede en las protestas con bloqueos o tomas está todavía pendiente y la CGT apuesta a materializarla en 2025.

La hoja de ruta para 2025 no se diferencia demasiado de la que se siguió en la segunda parte de 2024: , van a continuar las criticas al Gobierno por su plan económico, van a confrontar los intentos de cambios mediante leyes o decretos de las estructuras gremiales, van a pedir por planes que fomenten el empleo, y todo esto sin forzar la máquina, manteniendo un perfil de diálogo con la administración Milei.

A la vez, quieren meterse de lleno en la discusión de las listas del PJ para las elecciones legislativas de octubre. Allí se verá cuánto vale el perfil moderado de la CGT en el juego político del partido se para como la oposición más fuerte al Gobierno.