Miles de fieles honraron a la Virgen del Cerro en una jornada lluviosa

El sábado pasado, a pesar de la intensa lluvia que cubrió la ciudad, miles de fieles se reunieron para celebrar a la Virgen del Cerro, bajo su advocación de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús.

La ceremonia inició cerca de las 15 con cánticos y alabanzas a la Virgen, para luego dar comienzo al acto central, que contó con la presencia de peregrinos de distintos puntos de la provincia, el país y el exterior. A la ciudad arribaron distintos colectivos provenientes de Tucumán, San Juan, Buenos Aires, entre otras provincias. Es por ello que desde el municipio montaron un gran operativo de tránsito para que la ceremonia se lleve a cabo sin inconvenientes. 

A pesar del aguacero, las oraciones y cantos se mantuvieron vivos durante toda la jornada, reflejando el fervor de los presentes, quienes vivieron con mucha emoción la "toma de gracia", donde personas con enfermedades, o con movilidad reducida, recibieron bendiciones frente a la imagen de la virgen. De este momento también fueron parte los cientos de servidores de distintas edades, quienes fueron los encargados de realizar todos los preparativos para que sea una verdadera fiesta.

Otra situación emocionante ocurrió cuando el sacerdote se acercó a los fieles para otorgarles la bendición junto al Santísimo y una cruz con la imagen de Cristo, donde la multitud entre lágrimas acercaba sus objetos personales, botellas de agua, imágenes de sus seres queridos e incluso arrimaban teléfonos celulares, ya que del otro lado de la pantalla se encontraban sus familiares y amigos.

Luego, se procedió a la procesión de luces desde la Playa El Jardín de la Virgen hasta la cima, donde los peregrinos acompañaron con oraciones, alabanzas y sosteniendo las velas, que a pesar del mal clima se mantuvieron encendidas. 

Al arribar a la capilla continuaron los cánticos hasta que la Virgen ingresó a su santuario, momento en que se culminó la tradicional celebración, evidenciando una vez más que sigue siendo un símbolo de devoción que trasciende fronteras, convocando, año tras año, a miles de peregrinos que encuentran en el sitio un espacio de esperanza.