¿Y la Policía? ¿Y la fiscalía?: Vecinos de San Justo atan a los ladrones en los postes para que no les roben más

De la pelea, tras un partido de fútbol, en Villa Esperanza, ya se contó en esta misma página. Del crimen del joven Amelunge, cerca de la escuela Eva Perón, sobre avenida Husain, en Barrio Castañares también. En estos dos casos, la policía sólo llegó para tomar los datos del ataque y las víctimas, y actuar en consecuencias. Pero el domingo, hubo otro caso que felizmente no tuvo casos de muertes que lamentar, pero sí muestra una realidad también dolorosa: la que viven los vecinos víctimas de los jóvenes que son víctimas de las adicciones. En ningún lado aparece el Estado. Ni la policía para prevenir, ni la Justicia para sancionar. Por eso Nicolás, el joven propietario del almacen desvalijado los describió con claridad: "Estamos haciendo el trabajo de la policía, y responsabilizo a la fiscalía Nro. 5 por lo que pueda pasarme a mí y a mi familia".

El día domingo, luego de trabajar desde temprano en su pequeño almacén, Nicolás y su familia se dirigieron a celebrar el Día de la Madre en casa de un familiar. La precaria vivienda quedó al cuidado de un perro, y también de enrejados. Sin embargo, los ladrones no estuvieron cortos de ingenio, y trajeron una paloma que cazaron en la zona, para entretener al pequeño mastín que antes el novedoso bocado, olvidó de su misión. Los extraños palanquaron el portón, hasta abrir un lugar por donde entrar, y una vez adentro, se adueñaron de la casa, hurgetearon las habitaciones buscando cosas de valor, y tomaron lo que quisieron del pequeño pero surtido almacén. Mientras tanto, abrieron algunas cervezas y las pusieron en la mesa central del comedor. Agarron todo lo que podían, para comer y también para tomar. "Se llevaron todos los Fernanditos, que son lo que consume esta gente", relató el dueño. Un par de zapatillas de uno de los chicos, en fin, el dueño valúa el daño en unos tres millones de pesos.

Cuando la familia volvió de festejar el Día de la Madre, se dio con que su casa había sido ultrajada. Inmediatamente, sospecharon en los changos flacos, mal vestidos, faltos de aseo y de comida, que abstraídos por el consumo de alguna sustancia, viven, sobreviven, en los alrededores del vertedero en donde buscan algo para alimentarse. "Nos fuimos a las 12 a buscarlos, y encontramos uno que le dimos una cagada y empezó a cantar, y nos dijo quiénes eran; que un tal Gringo fue el que vino a robar; y otros lo acompañaron, primero que fueron cuatro, luego cinco y al final fueron como nueve. Lo agarramos y lo llevamos a la policía y nos volvimos a casa, pero al otro día, a eso de las 9 de la mañana, fuimos a buscar a los otros, y nos damos que ahí estaba el que habíamos entregado la noche del domingo. Entonces, dijimos, lo llevamos y lo atamos. Pero también agarramos a otros, lo hicimos cantar, le dimos sin pan nomas y lo trajimos y lo atamos a un poste".

Nicolás se muestra decidido en su accionar para "escarmentar" a los ladrones. "Es que la policía nos dijo que ellos más de seis horas no los pueden tener, y que la fiscalía si no encuentra pruebas, ordena que se los libere. Y así quedamos nosotros expuestos a nuevos robos, a que nos ataquen, no sé... y por los vecinos que llamaron a la policía se los llevaron porque nosotros los íbamos a tener atados al poste para que no roben más".

Nicolás dialogando con El Tribuno.

Nicolás tiene razón en defender lo que le pertenece, pero cuando uno observa a los "ladrones" se da con jóvenes muestran inconfundibles rasgos de desnutrición y abandono, por efecto de la drogadicción. Y el caso ya no sería una pelea de víctimas y victimarios, sino de entre víctimas: Nicolás y su familias de los robos; y los changos del vertedero de las drogas. ¿Y qué ha el Estado provincial ante estos casos que son los únicos? ¿Qué labor cumple ante este hecho el ministro Mario Mimessi, por ejemplo?

De la justicia no se puede esperar mucho, porque no es la primera vez que los fiscales atienden y resuelven un caso por teléfono. Si se apersonarían al lugar, se darían cuenta conque se trata de personas que requieren un tratamiento especial, no sólo castigo. Hasta la tarde del lunes, nadie de la Fiscalí Nro. 5 se había apersonado al lugar, esperando que alguien que no está imbuido de lo que dictan las leyes, ponga orden en esta situación. ¿Y si un juez ordena al Estado a cumplir con su rol y disponer a los jóvenes un tratamiento serio para sacarlos de la adicción? ¿No hay en el estado un organismo que vea por las víctimas de adicción? ¿Y la fundación de la Iglesia Católica a la que le concesionó la finca Potrero de Linares, de La Silleta?

Porque,mientras ellos sigan merodeando el vertedero en busca de algo para comer y el dinero que agarran lo usen para cumprar droga/ pegamento, a Nicolás y a los vecinos de San Justo los seguirán robando, con riesgo de alguna vez deriven en hechos más lamentables, que la pérdidas de alimentos, bebidas y otras cosas de valor.