Cachi: gran cantidad de gente anoche en el velorio del kinesiólogo David Corimayo

El viento helado de la noche en Cachi no fue suficiente para dispersar la multitud que, con dolor contenido y ojos enrojecidos, se acercó hasta La Paya para despedir a David Rosario Corimayo. No era solo un kinesiólogo. No era solo un profesor. Era “el profe David Cori”, el amigo, el consejero, el vecino comprometido que dejó huella en cada persona que tuvo la suerte de cruzar su camino.

Las luces titilaban sobre la capilla ardiente, donde los abrazos eran largos, los murmullos eran de incredulidad, y las lágrimas caían en silencio. Familias enteras se acercaron, como si cada uno sintiera que algo de sí mismo se marchaba junto con él. Los niños que alguna vez corrieron junto a él en la cancha, los pacientes que confiaron en sus manos sanadoras, los colegas que compartieron sus días de esfuerzo y dedicación: todos estaban allí.

La tragedia que arrebató su vida sigue resonando en los corazones de quienes lo amaban. Nadie esperaba que una discusión de tránsito pudiera terminar en una violencia tan devastadora. Pero en medio del dolor, una verdad reconfortante se alzó: David era donante de órganos. Y en su último gesto, cuando su voz ya no podía pronunciar palabras de aliento, su generosidad habló por él, ofreciendo vida a pacientes de Salta, Mendoza y Buenos Aires.

Esa noche, luego del responso que ofició el padre Enrique Domínguez en la Parroquia San José de Cachi, más que lágrimas, hubo gratitud. Por cada lección que dejó. Por ejemplo, la familia Liendro, de paraje El Angosto, agradeció a los familiares de David por el gesto de donar sus órganos ya que “un joven del lugar recibió sus órganos y ya fue operado en la tarde de hoy en la Ciudad de Salta”, informó el sitio El Diario de Cachi.

Hoy, a partir de las 11, se celebrará una misa de cuerpo presente.

Y en la fría madrugada de Cachi, el profe David Cori no se fue, porque en cada persona que tocó, su legado sigue latiendo fuerte.