Salvo él, sus colaboradores y seguidores que le dicen sí a todo, el resto de los seres humanos de este bendito país, tiene algún defecto personal o social: "el imbécil este que publica libros", le dijo a Alejandro Fantino antes de viajar a Estados Unidos en referencia al periodista y escritos Jorge Fernández Díaz, un antikirchnerista confeso, que osó criticar al presidente Milei por su violencia verbal y otras agresiones. Algo parecido dijo del presidente de Unión Cívica Radical, Lula Lousteau, y del periodista y editor  Jorge Fontevechia, además de referirse a su aspecto corporal, dijo "mejor que se funda, porque ya no tiene pauta". No se salvó ni el Papa Francisco.

Milei simula un ser perfecto, poseedor de las llaves del cielo, los demás no sirven.  Así fue con Patricia Bullrich en campaña. La llamó "montonera asesina que alguna vez puso bombas en jardines de infantes". Pero cuando pactó con Macri la conformación de su gabinete, Bullrich pasó a ser la mejor del mundo. 

Desde EEUU., el presidente posteó en redes sociales un largo comunicado en el que aseguró que va a "bajarlos" a los periodistas de "esa Torre de Marfil en la que creen que viven". Desde ADEPA y FOPEA lo habían cuestionado por sus críticas a periodistas y medios.

Por eso cuando el reconocido presentador Ben Shapiro le preguntó no dudó en subirse a su reprochable soberbia: "Si vos mirás lo que fue mi campaña electoral, no existe registro histórico de alguien que haya sido agredido tan violentamente, violando todas las normas de una campaña electoral. Se han metido con aspectos de mi vida privada, han mentido, me han injuriado, calumniado. Se han metido con mi hermana, con mis padres. Se han metido hasta con mis perros", dijo, faltando a la verdad porque en realidad por el antiperonismo editorial, los medios concentrados, le perdonaron todos sus exabruptos de campaña.