La larga y esperada presentación de Oscar Esperanza "El Chaqueño" Palavecino tuvo en realidad dos cierras en la mañana de hoy domingo: el primero a toda música, y con el cuerpo de ballet bailando y tirando nieve con aerosoles, mientras la gran cantidad de gente que lo acompañó hasta pasadas las 9 de la mañana, saltaba y bailaba al compás de la música. Y un segundo, cuando apareció la emblemática figura de Las Voces de Orán, Federico Córdoba a reclamar su parte del convite solidario que su amigo estuvo haciendo con otros artistas. Inmediatamente, se improvisaron un combinado de viejas canciones que se entonaron prácticamente de memoria. Una improvisación bien salteña, de reuniones de músicos de la zona.

Como se sabe, El Chaqueño es de aquellos cantantes que no pautan una cantidad límite de canciones, sino que están prestos a interminables repertorios como ocurre cada vez que le toca participar de la Serenata, en donde se ha ganado merecidamente el lugar del cierre de cada festival. Además, de un atractivo cuerpo de baile, Palavecino volvió a mostrar su costado solidario con sus colegas conocidos, algunos jóvenes de prometedora proyección, otros amigos con los que viene participando en esta larga carrera que ha tocado los 41 años, según se mencionó anoche en el escenario de la Bodega Encantada. Así, invitó a cantar a Romero Ismael, Peñeros; los bolivianos Dalmiro Cuellar, y el "tapadito" de Villamontes, Eric Claros; los mariachis Aguilas Secas Salta, cuyo cantante de tan sólo 16 demostró ser dueño de una potente voz, que se emocionó hasta las lágrimas por la oportunidad de cantar con el Chaqueño Palavecino, nada más y nada menos, que ante el público serenatero. También estuvieron las cafayateñas Mariana Cayón, excelente flautista, y la prometedora Jacinta Condorí, entre otros.

Al final, el Chaqueño pidió volver a sus hogares con cuidado, con un consejo muy particular: "¡El que chupó, no maneja, se queda conmigo a seguir chupando!"

Para muchos de los que participaron del cierre y que estuvieron en La Bodega Encantada desde temprano el sábado, esta jornada será inolvidable, única, por la emotividad de los festejos, la tradición de seguir ya "con el Sol alto" y por la generosidad del Chaqueño de cantar sin límite. Quizás por ello mismo, pasadas las 9,30 de la mañana y pese al cansancio de tantas horas brincando y bailando, nadie se quería retirar del lugar. Como dijo Federico Córdoba: "no me dan ganar de irme niaca...".

Es que la Serenata, cita obligada para los salteños en todos los febreros, parece haber tomado otra dimensión este año. Un llamado de atención para las autoridades, para actuar conforme a una demanda cada vez más numerosa pero también más exigente.

Este año, la serenata contó con una cartelera de muy buen nivel para todas las jornadas, sobresaliendo Chirettes, y Lázaro Caballero, el viernes y el sábado, entre otros, pero que el Chaqueño se encargó de desbordar el domingo y el lunes.

Un cierre a la altura de los cincuenta años de un festival con mucho de tradición y actualidad.