El presidente Javier Milei, que había dicho que iba a equilibrar las cuentas públicas de la Nación, cortándole los fondos a la casta política, sin ningún tipo de pudor ni sensibilidad, se la agarró con los jubilados, con los enfermos, con el CONICET y finalmente con las provincias. Todo porque no le aprobaron la Ley Ómnibus con la cual pretendía imponerse como un verdadero monarca. Pero en las provincias del norte hay una advertencia que viene de tiempos ancestrales: "Jugá con el coya, pero no con las alforjas";  que el presidente no ha tomado en cuenta.

Este presidente libertario no respeta pelo ni marca. Y como no quiso encontrar casta política para expoliar, se la agarró con sectores más sensibles, justificando con datos falsos e insultos (Por ejemplo, el superávit financiero) y menosprecio a través de Twitter contra todo aquel que osara cuestionar sus medidas.

El mecanismo es así: su banda de trolls publica la idea, insulto o falsedad, que luego el presidente compartirá, para expandir el mensaje entre la gran masa de seguidores para que se vuelva "una verdad irrefutable".

Esto lo que hizo el viernes lanzando una batería de tuitters, y desató lo que por ahora es la primera gran crisis del gobierno libertario; enfrentándose a la mayoría de los gobernadores, justamente porque no quiere respetar  leyes ni pactos en vigencia, obsesionado en equilibrar las cuentas. Y afecta seriamente la vida en las provincias que sin esos fondos no tienen cómo atender las demandas de la gente. Milei ya manoteó el Fondo Compensador del Interior (y provocó una estampida en el boleto), el Fondo del Incentivo Docente; cerró la dirección de asistencia para pacientes de enfermedades especiales y oncológicas; paralizó las obras públicas en todas las provincias; aumentó las tarifas de los servicios públicos, los combustibles de manera salvaje perjudicando a muchos trabajadores.

A estas medidas, el presidente decidió contenerlas no con explicaciones y argumentos válidos sino con insultos, degradaciones, menosprecios y falta de respeto jamás vistos en una relación gubernamental en estos 40 años de democracia. Y pese a que todos los gobernadores, como los intendentes, y los legisladores de distintos estamentos, han sido elegidos por el voto popular, tal como lo fue elegido el presidente Milei. Entonces, ¿Qué es lo que le da derecho al presidente a menospreciar la representatividad lograda por los mandatarios provinciales, y demás autoridades políticas?

Milei es un presidente que busca la guerra. Tiene aptitudes de monarca. Soberbio. Lo demostró desde que apareció en los medios de comunicación, pero muchos creyeron que era sólo una estrategia para lograr notoriedad.

Y aprovechándose de lo que se conoce como "la luna de miel" de los flamantes gobernantes, en referencia a los cien días iniciales, Milei la emprendió contra todos. No se salvó ni la cantante Lali Espósito, ni Margarita Barrientos por reclamar alimentos. Trató de "nido de ratas" al Congreso de la Nación; de coimeros a los diputados, sin especificar a quién se refería, y ahora lo repitió de forma grosera ante el reclamo del gobernador de Chubut, el joven radical Ignacio "Nacho" Torres, creyendo que el apoyo del 56%, con que ganó la votación opcional llamada ballotage sigue inamovible.

Se olvida que a ese porcentaje llegó gracias al apoyo de macristas del PRO o radicales de JxC, y viejos peronistas derechistas que desde los 90 ansían volver al poder. Se equivoca. ¿Pero quién lo hace razonar?

En este nuevo conflicto que nació por la negativa al reclamo de la provincia de Chubut por $13.500 millones que le corresponden por coparticipación, Milei repitió la misma estrategia violenta, ninguneando al gobernador Ignacio Torres, llamándolo despectivamente Nachito, y compartiendo en sus redes sociales otros insultos publicados, primero, por su tropa de trolls. Y tal como le advirtieron en Salta al ministro del Interior, Guillermo Francos, los gobernadores el norte, estalló la bronca conjunta de los mandatarios, los legisladores nacionales, y el jefe de Gobierno de CABA, Jorge Macri, le retiró el apoyo. Lo mismo hizo Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos, que fue muy paciente pidiéndole un gobierno de consenso y diálogo.

Muchos han dejado de creer que se trata de ingenuidad política, como al principio, sino que se trata de una acción deliberada de parte del presidente. Milei ha producido un milagro impensado para tan sólo 74 días de gestión: unificó a todos los gobernadores del arco político en su contra. Desde Kicillof, pasando por el santiagueño Gerardo Zamora, hasta Jorge Macri, y los nueve gobernadores de Juntos por el Cambio. La que sacó los pies del plato fue la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich que desautorizó el uso de la sigla de Juntos por el Cambio en el apoyo a Chubut, pero muchos recordaron que la ahora ministra perdió las elecciones, resultando en tercer lugar, mientras que los gobernadores de JxC, por el contrario, fueron consagrados por el voto popular.

Bullrich dio una lamentable imagen rindiéndose a los pies del presidente Bukele por su acción contra las bandas maratruchas y la paz lograda para El Salvador, aunque aún no se conozca en detalle todo el accionar del por ahora exitoso publicista salvadoreño.

Algunos creen que con Mauricio Macri, por un lado, y Pato Bullrich por otro, JxC firmó su propio QEPD político.

Más allá de los retuit a los insultos y descalificaciones contra el gobernador Torres y sus colegas, el gobierno nacional se expresó a través de insólita Oficina de Presidencia: "Se le comunica al gobernador Torres que no existe la necesidad de que ponga ningún plazo de tiempo para llevar a cabo su plan de extorsión. Proceda con su amenaza de inmediato y hágase cargo de las consecuencias en la Justicia", expresó en un comunicado en respuesta a la parada de Torres. "Los gobernadores Kicillof, Torres, Quintela, Frigerio y demás, al igual que el jefe de Gobierno, Jorge Macri, deben entender que la Argentina eligió un cambio. Se acabó la era en que la casta gastaba los recursos de los gobernadores y luego iban a pedir limosnas al Banco Central a cambio de favores políticos", agrega la oficina del presidente, metiéndose con la autonomía constitucional de las provincias y sus autoridades. ¿Desde cuándo un presidente es el comisario de las provincias? Cada provincia tiene sus tres poderes constituidos, en donde resuelve sus problemas, y los dineros acordados en el marco de la república deben cumplirse a rajatabla, salvo que por ley el Congreso de la Nación determine otra cosa.

Como dijo el diputado nacional de la UCR, Pablo Juliano: "Milei se olvida que este país no tiene dueño. Nuestro acuerdo común ha sido materializado en una Constitución. De ese acuerdo, que él debe respetar, se constituye la unión nacional, se afianza la justicia y, sobre todo, se consolida la paz interior".

Lamentablemente, en tan sólo 70 días, Milei ha provocado una insólita crispación política con los gobernadores y a puesto a su gobierno hacia un horizonte impredecible, por ahora.