El doctor Miguel Angel Torino fue un joven dirigente político, recién recibido de abogado, que se sumó a la histórica Agrupación “Unidad y Renovación”, que en el regreso de la democracia imponía a don Roberto Romero como gobernador de Salta en el año 1983. Torino formaba parte de una familia peronista que desde el interior sumó apoyo para aquellos desafíos guiados por don Roberto.

Años después, en el 1995, Juan Carlos Romero lo eligió para que se hiciera cargo del Ministerio de Gobierno. En ese cargo, duró por los menos seis años. Allí tuvo como secretario de Gobierno, por ejemplo, a Pablo Kosiner, actual presidente del PJ. Torino, desde ese lugar, era la mano liviana, mano de lana, de el durísimo gobierno de Jucaro. Era quien debía mantener diálogo con los sectores opositores o críticos, especialmente trabajando con el interior. Pero ahora, como un boxeador retirado, Miguel Torino emerge en escena notablemente excedido de peso, lo que lleva a preguntar si aún mantiene aquella cintura que supo desplegar en los ‘90. ¿Se lo permitirán los caprichos de Bettina? El Oveja Alvarez no pudo.

Mucho más truculento es el historial político de José Luis Napoleón Gambetta, productor tabacalero que se dedicó a la política a pedido de Juan Carlos Romero, exclusivamente para opacar a los opositores radicales de ese tiempo. Aprovechándose de una afiliación juvenil de Gambetta en la UCR, el entonces gobernador lo impulsó para que se postulara, fuera presidente del partido, y desde allí se lanzará como candidato. Pero Gambetta no ganó, pero igual se ganó el reconocimiento de su nuevo jefe político, quien lo premió designándolo ministro de Acción Social, convirtiéndolo en un colaborador todo terreno, que llegó a ser hasta gerente de la radio AM840.

Gambetta se olvidó de su radicalismo y se convirtió en un acérrimo romerista, que pese a todo el apoyo jamás pudo coronar un triunfo electoral. Ni siquiera cuando una vez se aprovechó de la taquilla de la película Forrest Gump, y aparecía en un video haciendo footing por la avenida que une Salta con San Lorenzo. La idea fue mala, y Gambetta fue tomado para las burlas. Hoy, sería un meme viralizado en las redes sociales.

Gambetta, integrando una lista peronista, llegó a ocupar una banca de diputado, y algunos de su entorno también logró otras en la Legislatura y en el Concejo Deliberante. Su fuerte estaba en la Secretaría de Deportes, y muchos de sus colaboradores se fueron con Matías Posadas, hoy ministro de Gobierno. Gambetta, en cambio, quedó relegado al olvido público. Hasta el jueves, cuando su apellido volvió a los medios para ser secretario de Gobierno de la Municipalidad. No ha sido un funcionario con vuelo propio, sino más bien un mandadero de Romero que sirvió también para asustar a peronistas pretenciosos o ambiciosos de cargos y postulaciones.

En definitiva, estas dos designaciones, indirectamente terminan de confirmar que la proclamada “sangre joven” como solución en la política fue un rotundo fracaso. El primer capítulo lo escribió Juan Manuel Urtubey. Y Bettina Romero siguió la saga.

Ahora, Torino y Gambetta aparecen en la escena pública como dos salvavidas en una gestión que ha surgido con gran expectativa y va rumbo a un fracaso. Quizás sea por ello, que el senador Juan Carlos Romero tuvo que meter mano en la gestión y traer dos ex colaboradores para que ayuden a la intendenta a salir de callejón sin salida en donde las publicaciones mediáticas ya no dan resultado, porque han quedado desnudadas como lamentables puestas en escena ante una pavorosa realidad de calles agujereadas, conflictos con el personal, como hace tiempo no se veía, y desatención de los sectores más vulnerables, y vergonzoso negocio publicitario con las empresas periodística de la familia.