“Mi foto que participa es de un gorila con una asombrosa mirada de ser humano, la cual fue tomada en la selva nubosa de Uganda, donde caminamos muchísimo para llegar porque está en altura”, recordó.

Luego, contó que “llegamos en camioneta, y comenzamos a caminar, donde el que encabezaba era un guardia fuertemente armado, nosotros éramos cuatro fotógrafos y atrás había otro guardia, pero también hay guías y porteadores, que son los que llevan el equipaje porque la caminata en la selva es muy complicada por el calor y los insectos”.

“Caminamos más de 8 horas y no llegábamos al lugar donde estaban los gorilas, porque se mueven para alimentarse”, añadió, donde señaló que “el macho lomo plateado es un animal de 180 kilos e impone mucho respeto, y las hembras son mucho más chicas, y hay que evitar todo tipo de contacto, donde la distancia mínima es de 5 metros”.

Para muestra de la peligrosidad de la situación, Apaza dijo que “con el macho no hay que mantener contacto visual y mostrar una actitud de sumisión, algo que me salvó cuando me atacó un chimpancé, que son más temperamentales que los gorilas”.

“Mientras le sacaba fotos, se peleó con otro chimpancé en un árbol y cuando bajó se me vino encima gritando muy fuerte y sacudiendo los brazos; atiné a mirarlo por debajo de mi sombrero y cubrirme con mi cámara, donde me gritó muy fuerte que hasta pude sentirle el aliento, y el guardia en ese momento cargó su arma, donde la verdad fue el susto de mi vida”, recordó.

Luego, agregó que "nos encontramos con un grupo de gorilas alimentándose, y allí los porteadores me entregaron mis equipos, porque allí uno va con un guía y los dos guardias, nos comenzamos a acercar y le hicieron una serie de ruidos al macho para saber que estábamos ahí y no se sienta amenazado, donde esta aproximación nos llevó unos 20 minutos, y allí tuvimos una hora con el grupo para hacer fotos”.

“Yo con los gorilas había ido a buscar dos cosas: una el rasgo humano, donde pude conseguir una en una hembra con una mirada como melancólica, además de que me impresionaron la mirada, las manos y la relación con las crías”, destacó.

Asimismo, Apaza dijo que “la otra foto que fui a buscar es de una hembra con una cría en el lomo, algo que me pareció increíble por el cuidado que les dan, pero en esta excursión nos pasó algo muy fuerte, porque salió un macho muy grande del medio de la vegetación, y se paró a unos seis metros y comenzó a gritar y a golpear el suelo con tanto poder, que sentíamos que se movía todo”.

“En ese momento, salió una hembra y lo abrazó de la cintura como buscando protección, y allí nos dimos cuenta que había otro macho que había ingresado a su territorio, y de esa manera lo estaba marcando, porque allí las peleas son a muerte, y la verdad que fue como estar en un documental, algo que la fotografía naturaleza me da la posibilidad de disfrutar, porque el contacto directo con la naturaleza es fantástico”, finalizó.