“Vengo a aportar lo que vi, no voy a basarme en supuestos. Mi defensa será extensa”, aclaró Franco Gaspar Cinco de entrada al juez Ángel Logarte y luego se abocó a narrar su versión. Dijo que el 5 de junio de 2017 fue a  visitar a su novia en horas de la tarde. Llevó gomitas, agua bendita, yogurt y potasio de cianuro a pedido de Alejandra Párraga, porque, según dijo, ella tenía la intención de “descompensar” al pequeño con una dosis muy baja del veneno para que le produzca vómitos y de esa manera llamar la atención de los abuelos.

Alejandra quería dejar a su propio hijo bajo el cuidado de sus padres para irse a vivir con Franco sin intermediarios. “Me dijo que ya tenía tomada la decisión de estar juntos y me preguntó si sabía quién era Yiya Murano”, contó el imputado y pasó a relatar la secuencia en donde la mujer se dirige a la habitación y él se queda en el living porque no le permitían ingresar al dormitorio. Acto seguido, Alejandra sale del cuarto con el nene en brazos, ya descompuesto y comienzan a reanimarlo.

Gaspar Cinco llamó al 911 para pedir ayuda mientras los abuelos continuaban dándole respiración al pequeño Amir. En ese momento, Alejandra salió de la vivienda y caminó pálida por la vereda. Franco la siguió y le preguntó que le pasaba sin obtener respuestas. “Estaba pesada, con la mirada perdida, no entendía lo que me decía hasta que logre escuchar que ella también había tomado de la botella y me pedía que la tire”, expresó el imputado.

El periodista confesó que había sacado el frasco de cianuro de la habitación y que luego lo fue a tirar en el canal de calle Esteco sin que nadie se percatara de ello. Posteriormente, se dirigió a la guardia del hospital San Bernardo donde le informaron que Amir y Alejandra habían fallecido pero los médicos no podían extender certificado de defunción porque se debía realizar las autopsias.

“Comencé mi propio duelo a partir de ese momento”, manifestó Gaspar Cinco y expresó que al día siguiente lo detuvieron en el velorio y lo apretaron para que se declare culpable de la muerte de las dos personas. “Dijeron que era el hijo de puta más grande de Salta y todos se basaban en supuestos. En este tiempo me di cuenta que fui un boludo por como decía las cosas pero yo no soy el monstruo que todos creen. Tengo un nene de tres años, no podría haber matado a otro niño y mucho menos al amor de mi vida. Eso no, no. Me pegaron desde el primer momento para que me haga cargo”, aseveró.