Respuesta al finquero Ortíz, de Col. Sta. Rosa: "Como bagalleros ganamos $30 mil en un día, en las fincas ofrecen 5 mil pesos"

En el diario La Nación, un finquero de Colonia Santa Rosa, de apellido Ortíz se queja porque se le están pudriendo los mangos en el piso porque "no consigue gente para que los coseche". Y dice que así, pierde de comerciar 200 toneladas de esa exquisita fruta tropical. Y culpa a los planes del gobierno. Pero no esa así, los trabajadores cuentan que la realidad es que los patrones de las fincas pagan muy poco el jornal y les conviene más ir de bagalleros tres días a la semana. "Ahí, es villa metida, villa pagada", grafican a El Expreso de Salto.

INTERIOR 22 de enero de 2024 Oscar Burgos
COLONIA SANTA ROSA- Ortíz se le pudren los mangos porque no paga cosechadores
La foto que publicó el diario de Macri para denostar a los planes sociales.

Según el finquero de Colonia Santa Rosa, Fernando Ortiz, culpa de los planes sociales él pierde todos los años 200 toneladas de mangos. Se lo dijo al Diario La Nación que lo publicó en su edición del domingo, en un extenso reportaje realizado por la periodista Belkis Martínez. Pero lejos de lo informado, la falta de mano de obra no es por culpa de los subsidios oficiales que otorga el gobierno nacional o provincial, sino por poco valor del jornal que ofrecen las fincas de la zona, según una comparación realizada este lunes en San Ramón de la Nueva Orán.

En esta ciudad, los "changarines", así se les llama a los peones y peonas, se los puede ubicar en una plaza frente a la terminal de ómnibus y más cerca de Colonia Santa Rosa, en el cruce de Pichanal. Allí, desde las cinco de la mañana, se junta gente, hombres y mujeres, dispuestos a trabajar. Pasan las camionetas y dicen la cantidad que necesitan y los suben en las cajas de sus vehículos. Los peones deben llevarse el alimento para el mediodía, o comprarle en caso de que vaya alguna vendedora ambulante. El regreso está fijado para las 17. Todo el día de cosecha, a cambio de cinco mil pesos o en algunos escasos ofrecimientos, puede llegar a 11 mil pesos.

"Ayer me habló una persona que me quería comprar, le dije que se los regalo, pero que él se encargue de hacerlos juntar”, le dio como ejemplo de su situación, Fernando Ortiz a La Nación. Según se publicó, Ortíz, que es un empresario conocido de la zona, en su campo "tiene 70 plantas de mango criollo, del estilo ornamental, que le ayudan, además de generarle sombra, en los canales de riego que utiliza para la horticultura. La raíz del mango impide que los sistemas de riego desborden".

"Tengo el patio lleno de abejas, moscas; es un juntadero de bichos por esto. Esta es una planta tropical y frondosa, al ser criollas tienen 12 o 15 metros de altura”, sigue Ortíz. Y reconoce las ventajas que tiene para comerciar sus productos: “al estar más cerca de los centros de consumo, nos da más tiempo que la fruta permanezca en las plantas juntando más azúcares, eso hace que sea mucho más sabrosa. Lo mismo sucede con la banana que viene de Ecuador y la que se produce acá. El tiempo de recolección hasta el consumo es más amplio en la misma planta, esto provoca que se generen más azúcares y sabores, pero al ser esta una fruta criolla sale con el cronómetro largado”, precisó.

Actualmente, el kilo de mango en los mercados arrancó en diciembre a tres mil pesos, luego descendió a 1500 pesos, y a raíz de la mayor oferta, se lo puede conseguir hasta por mil pesos.

Ortiz habla de lo que se requiere para empezar a producir mangos, un inversión inicial, cuatro años de espera, etc, etc, algo que para él ya no es costo, dado que hace tiempo que tiene los 70 árboles dándoles frutos todos los años, desde diciembre a marzo. Sin embargo, él le vuelve a apuntar al Estado porque no les da incentivos en materias de créditos, por ejemplo.

"No tenemos un gran, gran volumen, pero la poca gente que yo tengo la pongo en la banana y la papaya. La gente lo come, pero comercialmente no tiene mucha salida porque no hay quién lo junte [coseche]. Los argentinos consumen mucho mango y vale fortuna y se importa desde Brasil el que está circulando", insiste el finquero en el reportaje. Pero lo cierto es que en muchos casos, los changarines no quieren trabajar con algunos finqueros es por el escaso jornal que están pagando, quizás a sabiendas de la crisis. Pero hay gente que permite dedicarse a otras actividades que le dan más ganancias que ir a cosechar mangos. Por ejemplo, los bagalleros, una actividad que crece peligrosamente en la zona fronteriza de Aguas Blancas, deja mucha más ganancias. "Por un día bien trabajado te deja unos 30 mil pesos, pasando productos sanos, visibles, ropa, juguetes, nada de gilada de drogas y eso", comenta un pasador en un pasaje ubicado en las cercanías de la terminal. "¿Te imaginas si trabajas toda la semana, o pasas otras cosas?"

"Nosotros con tres días de trabajo en la semana, andamos bien. Eso sí, le damos al trabajo desde la madrugada también y no paramos hasta la tarde, pero aquí vale la pena, no como en las fincas", aclara otro trabajador de los bultos. En realidad, cuentan los pasadores que cobran "diez mil por lona", normalmente pasan dos lonas por día, pero si alguno se queda a trabajar más horas, puede llegar a pasar tres lonas. "Cuando hay mucho comercio, ahí se encarece el pase, es como las chalanas, el precio depende de la ocasión. Digo, un Día de la Madre, o Reyes, o ahora para el inicio de clases, viene mucha gente y necesitan más pasadores", cuenta. "Pero digamos que pasas dos lonas, ya son veinte mil, que es mucho más que cinco qué no!"

"Aquí hay changos que vinieron a trabajar y se compraron un auto y se dedicaron al remis, otro pusieron un negocio en sus casas, así, van prosperando", explica el informante. Y agrega: "no te digo nada si llegas a pasar algo más pesadito, ahí ganás más, porque arriesgas más, también". 

"Aquí es así jefe, no hay muchas vueltas. Como decimos acá: villa metida, villa pagada...", agrega.

Ortiz desconoce esta realidad o no la quiere mencionar. El comercio fronterizo es mucho más rentable para los changarines que la cosecha. Ahora, si para presionar por incentivos crediticios, es necesario cuestionar los planes, no hay problemas, pero el problema es la competencia del comercio que se genera en los límites.

“Si tuviera gente de sobra me jugaría a cosechar los mangos, porque al ser plantas no injertadas se cosechan con caña y gancho, y no saco los recursos que tengo en la banana”, remarca pero evidentemente Ortiz no quiere discutir el jornal con los trabajadores sino imponerlo, y lo que ofrece no satisface las expectativas de los changarines. 

Los dichos de Ortiz, hacen recordar a la de un gerente de Salvita en un reportaje para el canal América en donde se quejó también de las pocas condiciones que tenía en Salta para su producción de bananas, que se olvidó de agradecer que el estado le estaba construyendo justamente una ruta Orán-Embarcación, para favorecer la comunicación y la salida de sus productos de la finca.

Nota para la ministra Patricia Bullrich, que según los pasadores "quiere cerrar las fronteras. Tendrá que darle trabajo a ese nivel de pago a los pasadores, esa es la realidad."

 

 

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