A días del cambio de gobierno nacional, el economista opinó que “más que un difícil fin de año, es un difícil fin de ciclo, y todo comienzo debiera ser auspicioso, y así lo vemos, pero este fin de ciclo es calamitoso para el país donde mi propio partido tuvo un acompañamiento extraño e insólito a este gobierno, más de conveniencia”.

Allí, se metió de lleno en lo político-partidario: “yo fui crítico de esta decisión, antes, durante y después y no vengo a criticar con el diario del lunes, pero termina un ciclo político que se agotó por inanición, y también se agota aquella convención de Gualeguaychú para dar paso a un ciclo distinto, ya que el balance político es negativo porque el partido perdió relevancia y gravitación a nivel nacional, y no me quiero someter a la lógica resultadista, porque hemos perdido capital político con esta alianza contra-natura”.

“Se vació de contenido un largo bagaje doctrinario centenario, porque estamos hablando de un partido que viene del fondo de la historia política nacional”, añadió. 

Luego, ante la consulta sobre qué opinaba del papel del radicalismo en Salta, Gustavo Grinspun no dudó en contestar que “es una ignominia y una vergüenza haber ido con Olmedo en Salta, porque nuestro partido nada tenía que hacer ahí, y a veces me pregunto qué pensaría mi padre de tantas cosas que están pasando, por eso creo que tenemos una gran tarea en el radicalismo para recuperar capital político y confianza pública desde el partido”.

“No es por vía de los atajos de los arreglos ‘electoraleros’ ni por los arreglos espurios, por donde el partido va a recuperar vocación de poder, sumado a que hoy la gente tiene una fuerte desconfianza con la clase política, y con razón, porque viene de crisis de las que les costó muchísimo recuperarse, donde la corrupción es una lacra de la democracia, por eso se requieren procesos de institucionalidad algo a lo que no se llega con liderazgos mesiánicos”, concluyó.