“La morbosidad de los interrogantes en la dictadura, no tenía límites”

Ni olvido, ni perdón, dice una de las estrofas de la Marcha de las Malvinas, es la misma frase que retumban en los familiares de las víctimas de la dictadura militar, de aquellos que jamás olvidaremos, pero también de eso otros u otras que pueden contar la historia. Es el caso de Silvia Troyano, la mujer que puede decir con autoridad, el pánico que generaron los genocidas vestidos de militares.

En su relato, la dirigente del PJ, con un dolor profundo contó: “Eran tiempo espantosos, mi hermano GogoTroyano, estuvo detenido el mismo tiempo que yo. Como soy ciega, sé perfectamente adónde nos llevaron, adónde nos trasladaban, cuando nos llevaron a interrogar, nos llevaban a los dos juntos vendados y en el camión en que nos llevaban al tinglado del aeropuerto, ahí fue el interrogatorio. Yo sentía adentro de la camioneta una campera de nailon que se movía y siento la voz de Gogo que me decía Silvita, entonces sufríamos por dos, cuando volvimos, nos preguntábamos cómo estábamos, y nos respondíamos, si estamos bien, pero estábamos echo percha los dos. Pero la morbosidad que tenían, no tenían límites”, confesó Troyano.