La denunciante refirió que la llamaron de la escuela para comunicarle que su hija había contado que el imputado - que vive en la casa de al lado- le tocaba sus partes íntimas desde que ella tenía cinco años de edad.

Estos hechos ocurrían cuando la menor iba a visitar a su amiguita o se  quedaba a dormir en su casa para hacer “pijamadas”.

La víctima habló en la escuela acerca de los abusos porque ese día se encontró con el imputado en la puerta del establecimiento y le dijo que cuando saliera de clases fuera a verlo a su casa. Aparentemente, él sabía que la menor, al regresar de la escuela, pasaba un tiempo sola hasta que su mamá volvía del trabajo. Angustiada y atemorizada, la nena decidió contarle acerca de los abusos a su maestra de sexto grado.

La víctima manifestó que nunca antes había hablado del tema porque el papá de su amiga le decía que, si lo delataba, iban a dejar de verse con su vecinita.

El juicio abreviado estuvo presidido por la jueza Mónica Faber, vocal de la Sala V. Para conservar la condicionalidad de pena dictada, durante tres años, J. E. M. deberá fijar residencia y mantenerla actualizada; no cometer nuevo delito; mantenerse alejado de la víctima, de su domicilio y de los lugares que ella frecuente en un radio de 300 metros; no establecer contacto con la menor por ningún medio; realizar tratamiento psicológico previa acreditación de su necesidad por un profesional; abstenerse de usar estupefacientes y de abusar de bebidas alcohólicas; someterse al control del Programa de inserción social y supervisión de presos y liberados.

La jueza ordenó la extracción de material genético del condenado por parte del Servicio de Biología Molecular del Departamento Técnico del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), previa asignación del Dato único de Identificación Genética (DUIG), para su incorporación en el Banco de Datos Genéticos.