El gol de Darío Galván, a tan solo ocho minutos del comienzo del encuentro, le dio un envión anímico al onceno de la Villa que a su rival le costó doblegar a los de Lerma y San Luis. Pero, además, el equipo de San Antonio contó con mayor decisión durante todo el encuentro: corrió más, marcó el doble, y cuando tuvo espacio apareció la calidad de juego del Mudo Barrionuevo poniéndole un pase magistral a Fabricio Rojas, quien para completar la jugada avanzó unos pasos y de derecha se la colgó al arquero antoniano para poner el dos a cero.

Juventud impotente antes, y ahora desorientado tuvo momentos para el olvido: primero, Nazario en una acción infantil de tirar un codazo, se fue expulsado. Luego, Matías Vicedo, que no fue lo que se esperaba de él, cometió el mismo error, y sumo la segunda amarilla, y se tuvo que retirar.

Y en los últimos 5 minutos, si bien "la Villa" tuvo oportunidad de ampliar, apareció el amor propio santo. Que Hernán Echalar remarcó con un gol cuando faltaben tres minutos. Todo Juventud se fue sobre el arco del buen guardameta Enzo Vázquez, pero ya era tarde. La reacción sólo sirve para recuperar ánimo para el próximo partido, y para que Riqui Gómez y Pichi Velarde logren formar un equipo más claro, más compacto, pero sobretodo un equipo con ganas y decisión de pelear en cada rincón del campo de juego y durante los 90 minutos. Mientras tanto, hay fiesta en Villa San Antonio. La fiesta de los chicos, que quieren dar el batacazo en este Torneo Regional post pandemia.